viernes, octubre 05, 2007

I dont need to pretend

es inevitable pasar por aquí de vez en cuando y dejar alguna pista de mi camino, regalar un poco de mí, o a veces cuando se me antoja, declararme pública y entregarme por completo para hacer recíproco entonces el hecho, el sentimiento de satisfacción de me lees-te leo y encontrar huellas repentinamente, gustosamente.

no podría acertar siquiera al momento en el que sucede, si es por la tarde o en la dulce madrugada cuando quedan las señales. lo que sí conozco es el atardecer que ignoro por descubrirlas, seguirlas y continuar.

el otro día por ejemplo, mientras soñaba, el número ascendía a veintiuno. desperté intrigada ¿qué decía ese post?


La curiosidad me venció y subí las escaleras. No había nadie en la cocina, así que me sentí libre de ascender lentamente, sólo para descubrir un montón de trastos y utensilios de cocina llenos de polvo y tirados por el suelo sin cuidado. Caminé buscando algo que despertara mi interés, y del estante más cercano a mí tomé un objeto envuelto en periódico y lo descubrí.

Quebré un florero en el marco de la puerta por donde entré, y absorta miré la sangre derramarse y correr por cada grieta de la pared, entre las baldosas del piso y gotear por el techo. Una gota cayó sobre mi nariz, pero el olor no me despertó.

Metí un tenedor en mi bolsa derecha, ajusté las cintas de mi zapato izquierdo y bajé las escaleras. Y sí, simplemente le di la espalda. El rojo ya no importaba, estaba ahí, derramándose por entero hacia el centro del lugar.

Cerré la puerta creyendo que había solucionado el problema y fui a cumplir con mis obligaciones, confundida por el miedo y la sorpresa que me hundieron el pecho allá arriba, y por el tedio que ahora me sobornaba por unos cuantos minutos.

Esther me llamó.
-Mira ven, límpialo. Es tu gotera.




seguramente, eso no...