qué fácil es sentarse ante la pantalla
creación de entradas y simplemente dejar de pensar, concentrarse en el calor, el piso sucio bajo los pies, olvidar un poco el sueño que no vendrá hasta dentro de un par de horas, recordar
anhelante pasteleria.mx y el molde para tarta que no encontré en la soriana. tal vez la utilería sirva y un día la creación sea esponjosa, con olor a piña entre las vainas de orquídeas dulces, rebanadas, afectadas ( el daño crea dulcedulcedulce
always comming second best), disfrazar y/o tranquilizar necesidades mal vistas y peor juzgadas con tragos de jugo de manzana diluído en agua -una parte de jugo por dos de agua-, esas necesidades tan normales, tan cotidianas, tan
tú también las has tenido, y todos los demás también, sólo que yo -me gusta decir yo- no lo niego, ni cedo ante la imposibilidad de realización, con culpa y karma e imágen derretida ante tus ojos. se me dificulta hablarle a una segunda persona, no sé quién sea. hola tú, a quien te hablohablo y nunca escribo porque no vale la pena. los versos se han escapado, las bocinas guardan silencio. esque la cerradura ha explotado, implosionado, transgredido los límites de su estructura corporal. ayer le dije que sucedería, pero no importó, hoy le dije que sucedió, y sigue sin importar, al fin y al cabo los restos se pierden con el polvo diario, la piel que se nos desprende invisible, las sales que han dejado atrás diversas evaporaciones, tal vez calor humano, agitación respiratoria, tejidos hidratados y rehidratados gatorádicamente. yo sé qué calor es ese: el calor de la sangre, la sangre que se derrama y cae trece interminables veces, como pasando por debajo de una escalera, avanzando con la sombrilla negra, desgastada -esa que tiene un dragón en el mango y que por cierto nunca morirá feliz en alguna colina parisiense-, la sangre que deseo y necesito sin haber seguido antes la línea marcada, la interrumpida luego por mi dedo, como un vuelo
interrumpido. el vuelo fracturado de una palomilla en reposo, que va dejando a su paso el polvo de un par de alas desgarradas. y fue entonces que dejó de importar la vida de rimbaud y la explicación de sus infiernos, qué importa ya? si no soy la que leo, y por ello no tengo que pensar, sólo estar aquí, escribiendo... escribiendo y describiendo por ejemplo el ataque de una cucaracha voladora hacia mi persona ocurrido hace un par de horas. sí: la sentí volar junto a mi oreja, la vi aterrizar en la pantalla del monitor -entonces no recuerdo de qué era-. no me gusta el olor de la lavanda, y no confío más en los venenos en aerosol, siempre nos es fiel el zapato, siempre es satisfactorio el sonido de la queratina resquebrajándose y los fluidos desparramarse, manchando el suelo, que salte una pata tal vez y se mueva aún mientras pronuncio
con todo mi desprecio, y todo mi desdén: "cucaracha culera pendeja", y vuelvo a mi pantalla de no-recuerdo-qué. you see? its useless, you wont find anything in this
los restos de una mesa de centro (ex-mesa de centro)
quién dice que la violencia no deja nada bueno? se sintió bien.