viernes, junio 27, 2008

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fiebre conjurada asomándose por cada ventana es como un pedazo de hielo suspirando, deslizando su plásmica figura por entre cada prenda de vestir, resbala ante cada espejo ajeno buscando algún rastro propio, confundido, olvidado detrás del polvo y las ruinas del abandono de sí, sus flamas maltratadas aparecen frágiles y como signo inequívoco de las peleas que libra contra sí misma, muestra avergonzada una mejilla amoratada, constante y atropellada por algo que ya no quiere derramar.

fiebre acude a lava.

lava es lenta y confusa, avanza por entre los resquicios de cualquier lugar mas bien temerosamente, pues precaución le ha faltado por decenas de años con respecto a los caminos que ha tomado, pues estos de alguna u otra manera, siempre escarpados terminan empapándose de la fundida peregrina, arrebatándole un miembro, algún porcentaje aparentemente efímero de su ser, pero que finalmente y con el paso de los años terminará consumiéndola en un terreno desierto e hirviente.
lava se ha venido desgastando voluntariamente a través del tiempo.
lava ha perseguido objetivos estériles, consagrándose a ellos con un espíritu de sacrificio que en fiebre despierta más bien una sospecha de autocompasión y protagonismo.
lava se asusta.
lava retrocede.
lava no se da cuenta del poder destructor que hay en su cuerpo caliente sino cada setecientos años, cuando algún cataclismo universal obliga al mundo a colapsarse un momento y despertar cada una de las espinas que han sido arrastradas por sus pasos metódicamente a través de los llanos y las montañas.
fiebre reconsidera la situación, da media vuelta y consigue comprender el inexistente auxilio que podría encontrar en lava.

en lava detenida y confusa.


a menudo fiebre se identifica con lava, al mirarse frente al espejo percibe las mismas tonalidades en sus llamas que en el magma derretido de aquella, las mismas expresiones estridentes, pero ahora fiebre posee una mirada delirante que le descubre el pensamiento: al darse cuenta de esto enciende su cuerpo de plasma abrasante, moviéndose lentamente en señal negativa ante sí misma y el recuerdo de lava.

fiebre también tiene una madre, y al igual que ella se presenta detenida y confusa: finalmente el plazo está por cumplirse, y al llegar la séptima centuria los cuerpos estallarán.