mientras esperaba, leía (o viceversa) y detrás de mí había una niña de aproximadamente cinco años de edad, la cual, al darse cuenta de lo que yo estaba haciendo, mi miró fijamente durante un rato y hasta se recargó en el respaldo de mi silla con los brazos cruzados, como intrigada. debo decir que generalmente soy amable con los niños, en especial si son lindos, pero en ese momento ni estaba de buen humor, ni la niña era linda, so... no le hice caso.
en eso la niña voltea con su mamá y le comunica su deseo de leer algo, que a la vez fue petición, y la señora (toodo lo vi de reojo, con mi súper vista de no te estoy viendo) sacó un librito de su bolsa y se lo dió.
yo me dije, ayy qué mala eres sarahí, tan linda niña que lee, así tan chiquita, el mundo no está tan tirado a la mierda como tu creías, ya ves? y tu que ni la volteaste a ver, blah blah.
resulta que la niña por llamar mi atención, pues leía y me volteaba a ver constantemente, comenzó a leer en voz alta, y me dije, bien, eso es todavía mejor, y téngale...
que estaba leyendo un librito d'esos de los testigos de jehová... y yo con todo mi rencor hacia ellos. no mamar.
seguí leyendo a Comodina y Juan Robreño.