comenzó a decirme lo sagrados que son para ellos los árboles, los murciélagos, las aves. que el espíritu de los owiruames se comunica con el bosque para ayudar a sus semejantes, que sus bailes y sus carreras son para llamar a la lluvia y alivie las necesidades de los hombres, los animales y las plantas.
él habló de comunicarnos con un lenguaje del corazón y no con el de la boca y la lengua. de educarnos espiritualmente en cercanía con la naturaleza y de pensar en adquirir conocimientos, y no riquezas.
entonces pensé en lo ridículamente pequeños que nos ha hecho el dejar de respetar a la naturaleza, en lo mucho que hemos perdido, en lo que nunca hemos tenido, ni alcanzaremos a conocer.
yo vi a martín y lo escuché. y entonces dejé de creer en un dios que le dijo al hombre que podría tener el control sobre la naturaleza, que la tendría a su disposición; cuando le dijo a adán que nombrara a todos los animales, que el edén sería su jardín y que tendría que poblar cada uno de sus rincones.
he dejado de creer en ese dios.
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