no soy una mujer que ame para toda la vida. siempre he sido dispersa, distraída y me aburro fácilmente. y aunque he visto mi corazón como un escapulario (tan cerca de un pecho, de una espalda, palpitando a cada paso), he de arrebatarlo con dolor para regresarlo a mi pecho con envidia, rencor y con mi única obsesión que es la ira.
me he pasado las noches indagando visceral e irracional la manera de olvidarlo todo, de reducirlos a todos a una circunstancia absurda, de pensar que ninguno me tocó, me forzó o me amó. borrar la invalidez de mis manos, mi cuerpo que ha sido un objeto penetrable y transido por mí también.
he deseado tantas cosas nuevas para perderlas inmediatamente, antes que me sumerjan en el olvido y el silencio. experimento esa terrible ansia que surge de un centro oscuro y misterioso, por no poder asirlas correctamente, por no llenarme la cara, las manos y las vendas, dejarme caer en el más tierno masoquismo, olvidar todos los nombres, dejar atrás sus palabras innecesarias y falsas, sus rostros que ya no me dicen nada.
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