fiebre, rechaza los humos ásperos del ambiente, respingando una pequeña hendidura en la parte superior izquierda de su ser, una pequeña porción amarilla a la que se pueda llamar rostro, cuando avanza por las calles como una llama, calcinando toda piel a su paso.
sólo existe algo que apaga su dulce furia despertada. a fiebre la calma limonada.
***
un par de espejos caminan por la calle tomados de la mano. uno cae rompiéndose en cientos de pedazos y mientras una de las partes comienza a humedecerse, el otro se inclina para recojer a su compañero destrozado.
su ojo, como el de una tarántula, reproducido, se reconoce a sí mismo en el espacio, se agranda poco a poco ocupando las areas de los seres parciales, antes uno solo.
al momento de pasar fiebre no hay manos que se sostengan en sólido. lo único que puede hacer un líquido al caer y hacer contacto con el pavimento hirviendo, es evaporarse inmediatamente.
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